jueves, 23 de noviembre de 2017

Relato

                 Amanecer en Júpiter 


Julia se levantó temprano a eso de las 3:30 para pedir turno en el hospital porque su pequeña hija de cinco años esta tenido problemas para digerir correctamente los alimentos.
A las tres de la mañana se levantó y llamo a su madre para que se quede con la nena después de las 8 de la mañana antes de que su marido salga a trabajar.
Cuando termino de arreglar todos los detalles estéticos de ella y los de cuidado de su hija decidió que era hora de irse, para entonces ya era las 4:15 de la madrugada, tomo su auto y se fue al hospital. En el tubo que esperar tres horas para que la atiendan en ventanilla. Consiguió turno para la semana entrante así que decidió intentar implementar alguna dieta para la pequeña que le sirviera a su malestar. Como no podía consultar con un profesional pregunto en la dietética del barrio después de haber salido del lugar. Se encontró en la tienda con su prima con la que no hablaba hace lago tiempo antes de irse la prima porque ya había realizado su compras se le dijo que pasaría a la tarde para charlar y ver a la nena que hace mucho no veía. Pregunto entonces que lo podía dar a una criatura de cinco años para que mejore su metabolismo y el comerciante le vendió unos yuyos y unos folletos, uno sobre cómo utilizarlos y otros de dietas que están de moda. Salió esperanzada de que esto iba a ayudar a su nena y volvió a su casa cuando llego se encontró con su madre en la cocina terminando de desayunar cuando esta vio a su hija se alegró se quedó un rato a hablar con ella y luego se fue. Cuando se quedó sola fue a la habitación de la pequeña y habiendo comprobado que se encontraba durmiendo se alejó y se ubicó cerca del baño para llamar a su marido y ver si había desayunado y llegado bien al trabajo hablaron sobre esto que tuvo una respuesta positiva y de lo sucedido en el hospital.
Durante la tarde llego la prima acompañada con su hijo y el hijo de esta con la intención de despejar la mente en un ambiente al aire libre y hace fue realizado, habiéndose asegurado de que su hija con dolor de pansa acuestas tenga ganas de salir. La niña se olvidó con la idea de jugar con los niños del dolor de pansa cuando su madre le pregunto al respecto. Las adultas permanecieron sentadas y entonces le conto lo que le estaba pasando con el estado de salud de la pequeña y otros asuntos que no tienen irrelevancia mientras los niños jugaban en el arenal.
Hablaron entre los tres comenzando la niña.
-Primo ¿Cómo se llama él?
-Me llamo Luis.
-Yo tengo cinco años –señala los cinco dedos de la mano.
-Ah, yo tengo siete.
¿Por qué te tocas la pansa?
-¡Porque está embarazada! -dice uno de ellos.
-Jajaja –ríen los dos amigos.
-Nada de eso.
-¿Entonces porque te duele? -dice Luis.
-No sé.
-Te reto a que si comes algo de este parque te curas.
-¿Y si me hace peor? -suba.
-No creo, ¿a lo sumo qué lo más grave que te puede pasar?
-Viajar a marte... -pensando- o amanecer en marte.
-Hay no... no ¡qué miedo!
-¿No te quieres curar?
-Bueno si... si -un rato después-¿Qué cosa?
-Veni –llama al amigo y se alejan para discutir el asunto.
Después de un rato
-Vas a tener que comer, algo amarillo, algo rojo algo azul y algo verde que llegues a encontrar.
-Pero eso es mucho. Una sola cosa-.
-Bueno dos –dice unos de los dos.
-Está bien, ¿pero qué?
-Comencemos con el rojo –buscan- allá –señala Luis.
Agarra el primo una flor roja y se la da a la prima. Después de un rato de duda la nena se come la flor.
-¡Ya está! Que feo sabor –dice de comerla.
-¡Ahora algo amarillo!
Después de rato de no encontrar nada prefieren cambiar por el color verde la nena termina comiendo una hoja, después de un rato más en la plaza de juego. Cada niño volvió a su hogar. La madre comenzó a preparar algo para cenar una rato después de que llegara su marido, la cena consistió en algo simple para que la nena no tenga problemas para digerirlo. Ambos padres se sorprendieron de que su hija coma todo y de que tenga ganas de más.
-¿Queras más? –dijo el padre con sorpresa aún.
-Sí.
-Dale solo un poco más –le dijo a su mujer.
-Bueno solo un poco.
-¿Todavía te duele la pansa?
-No mamá.
Ambos padres se mostraron contentos con la situación y fueron a dormir todos contentos aunque la pequeña sabía algo que los padres no se habían enterado ¿O la madre había usado los yuyos en algún momento?

                           Fin
Espero que les haya gustado ☺

Florencia Romano

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