sábado, 1 de junio de 2019

El cuanto de la criada


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Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy. En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo. Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.



El personaje que me viene a la cabeza cuando rememoro este libro es Defred esto se debe a que es la protagonista de la historia. Los sentimientos que me transmitió este libro fue de decepción y enojo. Los personajes me resultaron creíbles y auténticos; y el argumento me pareció poco previsible.
No encontré motivos recurrentes ni en las acciones como tampoco en las palabras elegidas. El libro podría gusta a feministas, a mujeres, a madres y a quienes no lo son. Si buscan una lectura distinta, entretenida y que ponga en duda tu perspectiva sobre la realidad lo recomiendo si por el contrario  no es lo que buscan les recomiendo ir por otra lectura. El tema del libro es el sujeto, la dignidad, el amor propio. Transcurre en un mundo distinto donde se pueden observar fácilmente la semejanzas con el nuestro. Los conflictos a los que se enfrentan los personajes son del tipo de internos pero también externos. Hay un momento decisivo en la historia en el que puede terminar las cosas mejor de lo que están o peor aún y prefiero no seguir indagando en el asunto.

Este libro me dio la impresión de ser escrito con el fin de llamar a la conciencia de las personas acerca del ser humano. Las acciones son concluyentes salvo en una ocasión, no resulta previsible y no tiene incoherencias.
Considero que el estilo literario es el adecuado para el género literario que es ficción distópica que no forma parte de mis favoritos y de los que no leí mucho hasta el momento. El estilo del escritor no me recuerda al de otros autores. Se puede empatizar con los personajes pero también están los que te desagradan y la historia en general engancha sin embargo puede pasar que al principio te cueste entrar en la historia. Si hablamos de la narración es fácil de seguir una vez adentrado en el libro.

He disfrutado esta lectura porque me a hecho replantearme algunas cuestiones que cada vez son más importantes en la actualidad. Como que lugar ocupamos en el mundo, en que consiste el lugar del hombre en este. Lo he leído pausadamente porque fue el modo que vi más acertado para interiorizar el texto. Lo recomiendo porque me aportado una mirada más a la realidad  y le doy una puntuación de 5/5✩.







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